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Asociarse para cuidar

Mª Teresa Ausín

Una necesidad fundamental del ser humano es la de descubrir el sentido en su vida. Por desgracia, no son pocas las veces en las que esa necesidad es desatendida o ignorada. 


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Por ese motivo nació en el año 2001 la Asociación Viktor E. Frankl, en Valencia, para atender aquellos casos de sufrimiento intenso, enfermedad grave o duelo por una pérdida significativa. El presidente de la asociación y también médico oncólogo, José Luis Guinot Rodríguez, nos ha contado cómo surgió la idea de asociarse entre un grupo de profesionales de distintos ámbitos: psicólogos, enfermeros, médicos, abogados y pedagogos, interesados todos en profundizar sobre el sentido del sufrimiento, la enfermedad y la actitud ante la muerte. Porque, aunque son experiencias que nos afectan a todos y solemos rechazar, pueden llegar a convertirse en un motivo de crecimiento. Partiendo de esta idea, comenzaron a formarse y fundaron la asociación que lleva el nombre del conocido psiquiatra vienés autor de El hombre en busca del sentido. Viktor E. Frankl estuvo en cuatro campos de concentración, y aún así, defendió que a cualquier situación vital, por dura que sea, se le puede encontrar un sentido. 
Esto no significa que debamos buscar el sufrimiento. De hecho, recalca que, si se puede eliminar, debemos hacer todo lo posible. Pero ante aquellas adversidades inevitables, siempre nos quedará la libertad de elegir nuestra actitud. Este es el planteamiento de la logoterapia o terapia de sentido, que se centra en la persona y estimula su responsabilidad para transformar situaciones adversas.  José Luis Guinot nos explica a continuación cómo surgió y cómo ha ido evolucionando la red de colaboradores que sostiene esta asociación. O, dicho de otra forma, cómo caminan juntos:
«Mi experiencia nace de mi trabajo como oncólogo en el Instituto Valenciano de Oncología (IVO), donde llevo más de treinta años. Y mi compromiso social viene impulsado por la participación desde joven en la Asociación Humanidad Nueva, cuya finalidad es precisamente trabajar por un mundo unido. En Valencia no había más personas en el ámbito de atención a pacientes con cáncer y enfermedad terminal, por lo que decidí formar parte de esa nueva asociación Viktor Frankl, como miembro fundador, ya que la relación entre ambas tareas era estrecha, con unos objetivos paralelos. 
«Al poco tiempo de comenzar nuestra actividad, varias personas nos pidieron ayuda para afrontar la pérdida de un ser querido, enfermedades avanzadas, etc., lo que hizo que pasáramos de la formación, a la actividad asistencial. Y desde entonces esta no ha parado de crecer. Realizamos acompañamiento a través de un grupo de orientadores con formación en logoterapia, realizando desde entrevistas personales a talleres de duelo para, por ejemplo, familiares de pacientes con cáncer. Hay personas voluntarias que realizan la primera escucha activa en la sede o a través de llamadas en tiempo de pandemia. Y realizamos voluntariado de acompañamiento en dos hospitales. Es interesante comprobar que personas que han sido atendidas por un duelo se han convertido en voluntarias una vez superada esa etapa, para ayudar emocionalmente a otras que viven experiencias parecidas a las que ellas han conseguido dar un sentido.
»Al principio nadie imaginaba que íbamos a convertirnos en una asociación que realiza más de 900 atenciones al año, y ha sido solo el deseo de ayudar a aliviar el sufrimiento de otros el que ha construido un espacio de ayuda que resulta necesario y útil. Ahora contamos con el apoyo de la Concejalía de Salud del Ayuntamiento de Valencia, de la Conselleria de Sanidad, de entidades privadas como la Caixa o Aguas de Valencia, y de colegios Profesionales como el de Abogados, el de Farmacéuticos y el de Médicos. Somos una asociación sin ánimo de lucro, declarada de utilidad pública y se nos concedió en 2020 el Premio a la Excelencia Profesional. 
»Tras la muerte hace casi cinco años del anterior presidente, Sebastián Tabernero, que consolidó la asociación, se me pidió que asumiera la presidencia. Desde entonces hemos diversificado las funciones, se ha consolidado la financiación y la coordinación y en la Junta tratamos de tomar todas las decisiones escuchando a todos, socios, orientadores y voluntarios. Para conseguir financiación, mantener la sede y la coordinación, llevamos años haciendo actos benéficos que han ampliado la red de colaboraciones con los “amigos de la Asociación”. Celebramos cenas, cine de preestreno, conciertos y otros eventos donde divulgamos nuestra labor e implicamos a cientos de personas para que sepan que su apoyo ayuda a muchos. Además del área asistencial y de divulgación, tenemos un área de formación y otra de investigación, hacemos mesas redondas, conferencias, cursos sobre logoterapia, y hemos celebrado seis simposios sobre el duelo, de los que hemos publicado seis libros.
»Al profundizar en el conocimiento de la logoterapia y de Viktor Frankl hemos estrechado relaciones con otras asociaciones en Argentina, México, Ecuador, Suiza, Colombia, Italia, Austria, todos con una visión global de fraternidad entre personas que ayudamos a encontrar el sentido ante la adversidad, aplicando la logoterapia en el ámbito social, educativo, sanitario, para construir un mundo más unido. Formamos parte de la Red iberoamericana de Recursos en Cuidados Paliativos y Final de Vida. Y en España compartimos los objetivos con varias asociaciones de logoterapia, como en Murcia, Cataluña, y especialmente con la Asociación Española de Logoterapia (AESLO), con quienes trabajamos juntos para la formación y divulgación de esta antropología y visión de la vida.
»Nosotros celebramos ahora los veinte años, y estamos sorprendidos de cómo ha crecido este proyecto que no podíamos imaginar cuando comenzamos. La finalidad de acompañar en el sufrimiento, el duelo y la pérdida de cualquier tipo, de salud, de trabajo, de ruptura de pareja, de envejecimiento, de proyecto vital, nos permite acercarnos a todo tipo de personas. Y esa escucha activa, ese apoyo emocional, ha sido capaz de cambiar el rumbo y la actitud de miles de personas que han recobrado las fuerzas para encontrar un sentido y ser más resilientes. Y como el amor va y vuelve, los que ofrecemos nuestro tiempo de forma altruista hemos recibido a cambio gratitud y un mayor sentido para nuestras propias vidas. Una pequeña manera de cambiar el mundo y contribuir a la fraternidad». 




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