También en este mes la Palabra de vida nos propone una bienaventuranza. Es el saludo gozoso e inspirado de una mujer, Isabel, a otra mujer, María, que ha ido a su casa para ayudarla. Sí, porque ambas esperan un hijo y ambas, profundamente creyentes, han acogido la Palabra de Dios y han experimentado su poder generador en su propia pequeñez.
María es la primera bienaventurada del Evangelio de Lucas, aquella que experimenta la alegría de la intimidad con Dios. Con esta bienaventuranza, el evangelista introduce la reflexión sobre la relación entre la Palabra de Dios anunciada y la fe que la acoge, entre la iniciativa de Dios y la libre adhesión de la persona.
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