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Coloreada de amor concreto

María Jesús Aranda

El viaje para conocer las comunidades de Focolares nos lleva a Jaén. Personas de distintas edades, desde los más jóvenes, hasta los que disfrutan ya de la merecida jubilación, y variada por sus vocaciones, pues la vida religiosa y la de clausura también están presentes.


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La implicación de esta comunidad en la ciudad es una constante desde hace años. Es ya una tradición, por Navidad, encontrar a los más jóvenes invitando a comprar la flor de pascua. El dinero recaudado cada año con la venta de pascueros se destina a una situación de necesidad. La última vez, por ejemplo, supieron de unos alumnos que no disponían de tablets y no podían seguir las clases on line. Toda la comunidad se involucró y consiguieron adquirir bastantes tablets. El ayuntamiento conoció la actividad y resaltó esta acción juvenil ejemplar para la ciudad. También hay quien, sabiendo que algunos alumnos no pueden costearse clases particulares, ofrece su salón para esas clases extras que ayudarán a aprobar y a abrir las posibilidades de un futuro más digno. 
Loli y Antonio se desempeñan como voluntarios en la Pastoral Penitenciaria. Van dos veces por semana a la prisión e imparten cursos de resolución de conflictos y de drogodependencias, en dos módulos diferentes, y siempre mantienen informada a la comunidad de su actividad. Para mitigar en cierta medida la soledad de los presos, potenciada en estos tiempos de pandemia, propusieron aprovechar las fiestas navideñas para que cada una de estas personas recibiese una carta de felicitación. Era una manera de acercarse al hermano que está privado de libertad. Loli y Antonio constatan que el hecho de poner en común estas ideas con todos potencian la creatividad: a la hora de hacer las tarjetas, estas llegaban acompañadas de bombones y otros detalles. Los reclusos se sintieron muy contentos y agradecidos.  
 
La generosidad de estos jiennenses, el servicio a los demás, sigue con nuevas acciones incluso simultáneas y salen al encuentro del que pasa hambre y necesidades básicas. Juntos promueven una campaña para comprar alimentos para un comedor social donde el número de comensales va en aumento. El éxito de la campaña es tal que trimestralmente logran enviar una larga lista de productos de primera necesidad. (Ver Ciudad Nueva enero 2021).
 
Al inicio de la pandemia, una donación de Equipos de Protección Individual que el empresario Paco Toro almacenaba para los empleados que trabajan en la producción de fitosanitarios llegó a la UCI del hospital cuando el material aún era escaso. Cabe señalar que dicha empresa está implicada en la Economía de Comunión desde hace años. 
 
Estar atentos a la necesidad del otro caracteriza a esta comunidad, tanto en su implicación social como eclesial, pues colaboran en distintas parroquias en sus tres dimensiones: litúrgica, evangelizadora y caritativa.  
 
Punto y aparte requiere el grupo coral que surgió del primer Choral Workshop realizado por el Gen Verde en España, en el que participan algunas personas de la comunidad. Con sus cantos EscuchArte plasma la unidad que existe entre sus componentes, que pertenecen a distintos grupos: parroquias, cofradías, movimientos, coros… Su actividad es muy apreciada en la diócesis, tanto por su talento musical como por el ejemplo de fraternidad que transmite.
 
Si al llegar a Jaén, lo primero que vemos es el Castillo de Santa Catalina, al despedirnos podemos llevarnos un corazón dilatado por una ciudad que brilla por estar coloreada de amor concreto y donde cada uno ha encontrado su lugar de implicación para construir una ciudad más generosa y llena de vida, a veces a nivel particular, otras en grupo, pero siempre transmitiendo que son familia.
 
 
 
 

Isabel Torres

Procedo de una familia muy humilde. Desde mi juventud mis inquietudes sociales siempre las he encauzado a través de la Iglesia. A los 14 años ya pertenecía a Acción Caritativa, en la que un grupo de personas atendíamos a los más necesitados. Cuando me casé, dedicaba la mayor parte de mi tiempo a mi familia de cuatro hijos, de los cuales dos enfermos, y con el trabajo no me quedaba tiempo para nada.
 
Al cabo de 35 años de trabajo y otros tantos dedicados al cuidado y la educación de mis hijos, con mucha dedicación a mis hijos enfermos, me jubilé. Javier, el menor de los varones, se fue a trabajar a Madrid, los dos enfermos, Manuel y Daniel, aprobaron una oposición y están trabajando, y la pequeña de todos ellos, Lucía. se irá a estudiar fuera de Jaén. Pero una voz seguía diciéndome: «Isabel, te necesitan los más pequeños», y fue así como me integré en un grupo de Caritas de mi parroquia. 
 
La vivencia es un gran don de Jesús, veo a mis hermanos necesitados como personas íntegras que, como yo, necesitan ser escuchados y amados, pues ellos también tienen sus ilusiones y retos. Necesitan desarrollarse humana y profesionalmente, en ocio, en familia, etc. Estoy en un grupo donde nos repartimos las tareas y me esfuerzo para que entre nosotros exista el amor recíproco, el perdón, la caridad, sin juicios… Que nuestra bandera sea Jesús en medio de nosotros. Vivimos con nuestros hermanos más necesitados de la parroquia. Tienen necesidades materiales (comida, ropa…), y también problemas cotidianos (acompañarles al hospital, trámites burocráticos, preparar un funeral…). Sintiéndonos parte de su familia, escuchándolos cuando lo necesitan y compartiendo con ellos nuestras vivencias, ilusiones y cariño, propicia que también ellos compartan con nosotros. En conclusión, Cáritas para mí es un Paraíso, mi Paraíso.




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