«Sal de tu tierra, me dice el Señor; no mires al suelo; no huyas de mi voz; sal de tu tierra, de la mediocridad; coge tu cayado y ponte a caminar». Así canta Nico Montero a quienes quieran escucharle.
Carmen, una joven mujer, casada, madre de tres hijos y abuela de tres nietos, de profesión Técnico en Atención a Personas en Dependencia, lo hizo. Un día hubo cruce de caminos, yo en el mío, ella en el suyo. La diferencia estaba en que el suyo era el camino de Nico. ¡Ostras!, me dije. Aquí hay algo que no puedo dejar escapar. Y a bote pronto, sin preámbulos, le pregunté: ¿Qué escuchaste de Nico? «Su canción –respondió– me acompaña siempre que siento que Dios me llama para algo». En efecto, la llamó… para dar una parte de su vida acompañando a personas encarceladas, privadas de libertad.
–¿Qué te movió a realizar este trabajo?
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