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Margaret Karram, nueva presidenta de los Focolares

Aurora Nicosia

Margaret Karram, 59 años, nacida en Haifa (Israel) en el seno de una familia palestina árabe católica, ha sido elegida presidenta del Movimiento de los Focolares para los próximos seis años. Reproducimos aquí fragmentos de una entrevista publicada por Città Nuova.


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–Eres experta en Judaísmo por tus estudios, pero el diálogo lo has aprendido de la vida misma…
–En Haifa conviven en paz musulmanes, judíos y cristianos. Desde pequeña fui a la escuela de las carmelitas y allí éramos todos árabes: la mitad cristianos de varios ritos y la otra mitad musulmanes. Desde los 6 a los 18 años he tenido siempre a mi lado musulmanes, crecimos juntos. Por tanto no era un diálogo de estudio, sino un diálogo de vida cotidiana.
 
–¿Qué sensaciones has tenido al ver que podías ser elegida?
–Cuando vi que mi nombre sonaba mucho empecé a temblar. Me sentía agitada, y con gran temor de Dios, ante una Obra tan compleja e internacional. Temor por poder ser un instrumento digno. No obstante las emociones, al cabo de unos minutos sentí una fuerza interior que creo venía del Espíritu Santo porque lo estuve invocando todo el día; y no solo yo, pues sabía que en todo el mundo se estaba rezando por la Asamblea. […] Cuando comprendí que debía aceptar, sentí un fuerte empuje y me dije: aquí estoy. Se trataba de responder a la llamada de Dios y ponerme, como María, al servicio de la Obra, al servicio de todos. […] Le pido a Dios poder ser ese instrumento.
 
–¿Cómo habrán recibido en tu tierra esta elección?
–Creo que están contentos y orgullosos. Me han escrito varios exponentes de las Iglesias, el patriarca y también muchos judíos para felicitarme y darme ánimos: «Estamos contigo, te conocemos y te apoyamos». Creo que se sienten agradecidos y muy contentos.
 
–Asumes una responsabilidad: ¿esperanzas, miedos, seguridades?
–Mi esperanza es que en el Movimiento se viva la herencia que nos dejó Chiara: «Sed una familia». Lo digo porque en este momento es lo que más falta nos hace: relaciones de hermanos y hermanas. Si hay alguien que sufre, estar a su lado; si alguien goza, compartirlo con él… Que nadie pase a nuestro lado sin que sienta el calor de la familia. Yo lo he experimentado en mi familia natural: si hay espíritu de familia, hay verdadera caridad; un espíritu humilde, que quiere al otro por encima de los errores. […]
 
–Háblanos de tu experiencia durante la Asamblea.
–Lo más inmediato ha sido darme cuenta de que no estoy sola. Tengo una gran responsabilidad, cierto, pero no estoy sola. Hay todo un cuerpo de personas dispuestas a colaborar y que apoyan mi deseo de que la Obra no la gobierne una persona, sino un grupo que tenga la presencia de Jesús en medio. Será él quien nos guíe. Esto ya lo estoy experimentado.
 
–La nuevas generaciones están muy sensibilizadas con los temas medioambientales…
–Sí, ha sido un tema bastante recurrente en la Asamblea. Tenemos que apoyar a los jóvenes en este deseo suyo. Veremos cómo lo recoge el documento final. Sin duda habrá un compromiso concreto para cuidar la creación y llevar adelante los proyectos que ya hay. Espero que por todas partes surjan más acciones concretas, que ya las hay, pero adoptando un estilo de vida que vaya más allá de lo local y tenga dimensión universal.
 
–La pandemia nos ha cambiado la vida, ¿tienen los Focolares una respuesta?
–Pienso que el Movimiento ya ha reaccionado al reto de la pandemia, empezando por una comunión de bienes planetaria, tanto material como de talentos y  competencias. Organizaciones nuestras como AMU o AFN están financiando muchos proyectos surgidos a causa de la pandemia, y espero que hagamos mucho más. Han cambiado muchas cosas, pero espero que la pandemia nos enseñe a ser más cercanos. Si aprendemos a ser «prójimos», es lo mejor que podemos hacer. Estar cerca de la gente que sufre, pero no cerca físicamente, sino «prójimos».
 
–¿Alguna potencialidad que aún no se ha desarrollado suficientemente?
–Buena pregunta… Creo que el reto actual en el Movimiento ­–déjame decirlo­– es que está faltando la cultura de la confianza. Lo digo con mucha misericordia, pero veo que en este momento hay cierta cultura de la sospecha, y esto hay que superarlo aumentando la caridad entre nosotros, todos los miembros de la Obra, para que triunfe la cultura de la confianza y la caridad.
 
–¿Qué se puede hacer para que el Movimiento sea más atrayente?
-Lo que me viene a la mente, inspirándome en Chiara, es esa meditación suya en la que habla de «lo atrayente del tiempo moderno». O sea, penetrar en la más alta contemplación y seguir en medio de la gente, «hombre junto al hombre», para compartir alegrías, dolores, necesidades. Esto es lo que también hoy atrae. Pero además de estar en medio de la gente trazando «bordados de luz», hay que ser contemplativos. […] Si queremos estar de pie, ser atrayentes y dar ejemplo, creo que también debemos saber estar de rodillas.
 
–¿Hay que cambiar algo en el gobierno de los Focolares?
–Ya se ha hecho mucho, pero pienso que el gobierno que ahora se está formando debería trabajar cada vez más con espíritu de sinodalidad. También poner en práctica lo que decía Chiara cuando le preguntaban por el futuro de la Obra: que no la gobierna una o dos personas, presidenta y copresidente, sino que lo hace la presencia de Jesús entre las personas. Esto es lo que salvará la Obra. Chiara lo repitió muchas veces con gran convicción. Por eso siento una gran paz, pensando que en el Cielo Chiara estará tranquila si hacemos esto.




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