Este salmo nos presenta a un hombre que se siente rodeado de peligros y amenazas y necesita encontrar el camino recto que lo ponga por fin a resguardo. ¿A quién pedir ayuda?
Consciente de su debilidad, al final eleva los ojos y clama al Señor, al Dios de Israel, el cual nunca ha abandonado a su pueblo, sino que lo ha guiado a través del largo viaje por el desierto hasta la Tierra Prometida.
La experiencia del camino hace que renazca en el viajero la esperanza; es la ocasión privilegiada para una nueva intimidad con Dios, para que se abandone confiadamente al Amor fiel de Dios a pesar de su propia infidelidad.
En el lenguaje de la Biblia, caminar con Dios es también una lección de vida, es aprender a reconocer su designio de salvación.
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