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Comunión de bienes, un acto de justicia, un acto de amor




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Un mosaico de comunión de bienes extraordinaria

  
En estos meses la comunión de bienes y necesidades se ha intensificado de manera exponencial también en los Focolares, originando una consistente Comunión de Bienes Extraordinaria en todo el mundo. Se ha atendido a necesidades de conocidos y desconocidos, de familias, centros de formación y asociaciones. El objetivo es encarnar ese «ser siempre familia» sin fronteras, como bien fotografía el papa Francisco en Fratelli tutti. Sigue un mosaico de hechos, teselas que podrían ser miles más. 
 
Jaén
 «Supimos de la necesidad del comedor social de san Roque, gestionado por la parroquia y por personas comprometidas. Corrimos la voz entre la gente de nuestra comunidad y los allegados. En breve recogimos alimentos no perecederos: centenares de kilos de legumbres y litros de leche, decenas de kilos de embutidos, azúcar, queso, café... por un valor de 2.360 euros. Pero no era solo dar lo material, sino ponerse a disposición de mil maneras. Todo ello nos puso en pie como comunidad y llenó de alegría a los gestores del comedor. Hemos vuelto a lanzar la venta de macetas de pascua, sostenida sobretodo por los más jóvenes y llegando a vender 90 plantas. Algo es algo» (P. y M.).
  
 
Madrid
«Ante las Navidades y el final de año hemos revisado nuestro presupuesto familiar desde el último septiembre. Con sorpresa hemos visto que, debido a la pandemia, algunos gastos presupuestados no se han realizado: gasoil, viaje de aniversario de bodas, salidas de ocio... Además nuestra asistenta encontró otro trabajo y viene una hora menos en casa. En total un ahorro de 550€ donado para la comunión de bienes extraordinaria» (M. y T. J.). «Me llegó una necesidad concreta e hice un trato “con el de arriba” esperando una señal. Esa tarde, uno de nuestros hijos me llama: le habían concedido la beca con un valor doble a lo solicitado. Estaba claro y di mi aportación. Días después un familiar me pidió apoyarle en el pago del contrato de arras. De nuevo la providencia no se hizo esperar: mi empresa rectificaba pagándome la parte consistente del bonus anual que habían omitido. Es verdad lo de “dad y se os dará”» (L. D.).
 
Granada 
«Alguien de la comunidad dijo: “Una alumna me ha dado un sobre con 100 euros. Le pregunté porqué y respondió: el año pasado me ayudaste cuando lo necesitaba, ahora puedo dártelos para quien los necesite”. Se lo dimos a una familia para el alquiler. Otra persona mandó por WhatsApp la foto de una cortadora de embutido nueva: “quizás en un comedor sea útil”. También organizamos una recogida de mantas y ropa de abrigo para los sin techo y llenamos tres coches. Del comedor social pedían alimentos de primera necesidad y logramos hacer una compra abundante teniendo en cuenta las exigencias de las personas musulmanas; también nos enteramos de que escaseaban los productos de higiene. Otros han contactado empresas de alimentación y llegó un palé de zumos para las meriendas de los 100 niños que una parroquia periférica acoge cada tarde para apoyo escolar. Familiares, vecinos, alumnos, colegas involucrados siguen empujando. Mirar juntos a nuestro alrededor es la chispa de una corriente nueva de fraternidad» (ver recuadro).
 
Barcelona
«Durante el confinamiento, puse en marcha el proyecto de recuperar ordenadores en desuso para personas necesitadas, con la puesta en marcha a domicilio y el compromiso de devolución cuando ya no los necesitasen. Los colectivos a quienes se ofrecen están aumentando: en general familias con pocos ingresos que necesitan un ordenador para acceder a trámites y gestiones, teletrabajo, tareas escolares de los hijos... Los donantes son empresas y privados. A mi trabajo se están uniendo otros expertos y mi esposa cuida la relación con usuarios y donantes. Hemos entregado ya quince equipos. “Gracias al ordenador que han compartido –me cuentan– hemos conseguido la cita para la toma de huellas dactilares en la Policía Nacional y obtener el NIE. Sin él habría sido imposible”. Comparto esta alegría» (C. F.). 
 
Aljucer (Murcia)
«Me doy cuenta de que siempre puedo poner en común algo más. Lo último ha sido para el proyecto Emergencia Líbano, animando a mi comunidad a ofrecer nuestra asociación para canalizar ayudas. Otro aspecto del dar es “dar lo mejor de uno mismo”, este ideal de unidad que llevo dentro, el amor. Un día, con poco tiempo libre en el trabajo, fui a comentar un asunto con una compañera que veía decaída y desanimada, hasta que se desahogó. Luego la he visto cambiar, de nuevo alegre y trabajando con ánimo» (A. Z.).  
Guatemala
«Muchas personas están perdiendo el trabajo, también uno de mis primos, que para seguir generando una entrada necesitaba un ordenador portátil. Sin pensarlo dos veces, le di el que uso yo. Se quedó muy agradecido y yo feliz» (Carolina). El Centro Educativo Fiore se vio obligado a cerrar poniendo en riesgo la educación de muchos chicos de estratos marginales. Pero la comunión de bienes extraordinaria, tanto local como mundial, ha activado un nuevo proyecto para la reapertura de la escuela. Y también colaboran los niños, que quieren ver de nuevo activo su centro».
 
 

Una rápida mirada al mundo

Todo se cierra, pero lo que no se detiene es la comunión de bienes y la fraternidad que genera.

 
Costa Rica
«Aprendí que también yo debía movilizarme y organicé una donación en la sociedad privada en la que trabajo. Como respuesta, algunos agricultores dieron semillas de hortalizas, arroz y maíz, y empezó una cadena virtuosa. Doce funcionarios de mi sociedad, en su tiempo libre, plantaron las semillas y los frutos recogidos los donaron de nuevo. Dada la gran disponibilidad de piña, cuando el mercado  europeo cerró continuamos con el trueque, intercambiando bienes y servicios en vez de dinero. Esta pandemia nos llama a brindar por la humanidad» (Luis).
 
Egipto
Todo está cerrado, incluso la fundación United World, cuyos proyectos sostienen a colectivos marcados por la fragilidad. ¿Qué hacer y dónde? A través de varias iglesias cristianas, mezquitas y otras organizaciones sociales, contactaron con otra gente a la que ayudar: familias de barrios pobres, viudas, huérfanos, personas solas, ancianos, refugiados de Etiopía, Eritrea, Sudán… Hoy logran preparar 700 paquetes de alimentos y esperan llegar pronto al millar.
 
Tanzania
«Una familia de nuestra comunidad se quedó sin luz porque la batería de la instalación solar se agotó. Días antes uno de nosotros había recibido 50 euros, unos 120.000 chelines tanzanos, para una familia necesitada. Decidimos dárselo a ellos: era casi el 60% de la batería nueva. De nuevo, felices, podían trabajar y los niños estudiar de noche. Días después llegó otra donación: 1.000.000 de chelines tanzanos, casi 10 veces la cifra anterior y nuevas necesidades van encontrando solución». 
 
Taiwan y Japón
Algunos jóvenes recolectan fondos, empezando por su propio bolsillo, para ayudar a las comunidades de Torreón (México). Su contacto es Roisin, que estaba en la ciudadela El Diamante y tuvo que volverse a Taiwan por la pandemia. Sabiendo que los jóvenes mexicanos ayudaban a muchas familias pobres y afectadas por el virus, quiso dar su aportación e hizo un llamamiento a sus amigas y miembros de los Focolares de otras ciudades. Se les unieron grupos de Japón, Hong Kong y Corea. Escribe Roisin: «Hasta los momentos más oscuros pueden ser iluminados por el amor y la comunión, y aunque aislados unos de otros, estamos más cerca de realizar un mundo unido». 




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