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Cuatro erres

Pablo Alcolea

Medio ambiente

Últimamente como más alimentos «caducados»; me resisto a tirar a la basura productos que aún están en perfecto estado para ser consumidos. Sin embargo, no siempre lo consigo.


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Tirar comida a la basura no solo es una práctica que afecta directamente a nuestro bolsillo o puede hacernos entrar en un debate ético o moral, si tenemos en cuenta la situación de hambruna en países del Tercer Mundo, sino que también tiene un efecto claramente negativo en el Medio Ambiente del cual somos partícipes: se emiten innecesariamente toneladas de CO2 a la atmósfera como consecuencia del proceso de producción, se sigue ampliando la superficie de hectáreas empleadas para el cultivo a costa de la deforestación y se desperdician millones de litros de agua (un aspecto sensible en España, especialmente en el sur del país).

Por tanto, tirar a la basura una lechuga pocha o el contenido de unos táperes olvidados en el congelador no es una cuestión baladí que podemos evitar teniendo presentes algunas ideas basadas en las cuatro erres, que nos ayudarán a hacer más firme nuestro compromiso con el planeta.

1. Reducir.- Disminuir la cantidad de alimentos que consumes en casa es esencial, y esto pasa por una correcta planificación. La lista de la compra es un clásico (y no comprar con el estómago vacío, otro), pero realmente funciona. Y no solo es bueno para concretar qué necesitamos, evitando así comprar en exceso y ayudándonos a diseñar un menú semanal, sino que puede ser una actividad muy educativa si lo hacemos en familia. En la cocina también podemos ordenar el consumo de productos controlando su fecha de caducidad, cuidar su correcta conservación o ajustar las raciones. Este concepto también se aplica a la restauración: si no te lo vas a comer, pide que te lo pongan para llevar. En algunos restaurantes, incluso, se penaliza al cliente por dejar comida en el plato cobrándole más.

2. Reutilizar.- De esto saben mucho nuestras abuelas. A fuerza de hacer malabares con el presupuesto, ellas siempre han sacado partido de la cocina de aprovechamiento y sus recetas nada tienen que envidiar a otras primeras elaboraciones. Internet está plagado de recetarios gratuitos sobre este estilo de cocina (casi filosofía) que ampliarán tus horizontes más allá de las croquetas de cocido.

3. Redistribuir.- En mi tierra es muy común que familiares o amigos que poseen huerta te regalen una bolsica de naranjas, limones o de otro cultivo del que tengan excedente. Un obsequio que se hace con gusto y por aprecio pero que contribuye a este concepto de redistribución de los alimentos. Cuando donas alimentos en las campañas que los bancos de alimentos de los distintos municipios organizan, también estás participando en esta R. Aunque poco a poco, aún falta que haya más conciencia corporativa en este sentido por parte de los hipermercados.

4. Reciclar.- El excedente de la industria agroalimentaria tiene un protagonismo especial, pero también las ciudades con el tratamiento de sus basuras urbanas y los residuos del alcantarillado, al aportar la materia prima a las plantas de biomasa o biogás, que ofrecen alternativas energéticas como el biogás, los biocombustibles o la electricidad, por ejemplo. Pero si optas por un proyecto casero (y tienes espacio), la producción de compost es una buena opción.

Si te interesa esta cuestión, encontrarás más información e ideas en la web www.menosdesperdocio.es. Especialmente interesantes son las secciones «¿Qué puedo hacer yo?» y «Participa», con información y propuestas para distintos destinatarios.

 





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