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Correspondencia




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Navidad

La belleza de la Navidad es ir a tu puesto de trabajo y encontrar más humanidad y seguridad, que lo primero sea la persona y no se la exprima tanto, de modo que cuidar la salud sea una certeza.
La belleza de la Navidad tendría más valor si se garantizase el derecho a la salud a todos los ciudadanos, y que ni un solo enfermo se sienta abandonado.
La belleza de la Navidad sería más apreciada si el derecho a la enseñanza y el estudio estuviese garantizado para todos en igual medida y que ni un solo estudiante se quede atrás.
La belleza de la Navidad sería aún más incisiva si nos comprometiéramos más con el medio ambiente, con responsabilidad, para cuidarlo y respetarlo mejor, y así aumentar todas la riquezas de la naturaleza y sus hermosas cualidades.
La belleza de la Navidad, tras la guía de la estrella cometa, se volverá especial si sabemos amar, escuchar y ayudar a los ciudadanos de todo el mundo que pasan hambre, porque tenemos suficiente para comer todos. Y los niños tienen derecho a jugar.
La belleza de la Navidad, con los valores humanos de honestidad, sinceridad, solidaridad, justicia social y con el amor nos salvará. Podremos vivir en un mundo mejor, en el que Jesús Niño resplandezca… Todos los días deberían ser una serena Navidad.
F. L.
 

Montar el belén

Sé muy bien que me habría costado la mitad de tiempo que a mis enanitos poner el árbol de Navidad, pero con ellos es otra cosa. En cuanto su padre baja la caja de la buhardilla, ya es Navidad. A los críos les encantan los adornos navideños, aunque a mi parecer no son juguetes para niños. Es decir, no son solo para ellos, sino un juego de sociedad, porque hay que jugar juntos.
Una vez mi marido y yo nos quedamos prendados de un belén especial, muy minimalista. La figuras de los personajes y de las casitas estaban hechas de un papel brillante, y todo enmarco en una aureola de destellos. Detrás de estos pocos elementos había una lucecita que creaba una atmósfera especial. Pero los niños no participaron en esto. Ni musgo para colocar, ni pastores para jugar, ni caminos de harina, ni magos que van avanzando, a Jesús nos se le podía tocar… Aquel año faltó algo, aunque todo estuviera limpísimo. Desde entonces nuestro belencito minimalista quedó archivado.
L. C.
 

Cuido el medio ambiente

En casa hemos comprado unas botellitas térmicas y así ninguno tiene que usar botellas de usar y tirar. Además el dinero que nos ahorramos lo donamos. Dios nos ama inmensamente y no puede ser que estemos destruyendo la creación que nos ha dado.
Desde hace años, cuando me voy de vacaciones o cuando acudo a una fiesta en la parroquia, me llevo platos que no son de usar y tirar, unos vasos de plástico reutilizable y unos cubiertos normales. Cuando voy a la compra, busco productos a granel y llevo mis contenedores para evitar que me den bolsas de plástico. Y cuando voy a comprar fruta o verdura reutilizo las bolsas de plástico que tengo en casa.
Me acuerdo de cuando vivía en otra ciudad y tenía que coger el tren con frecuencia. Por la ventanilla siempre veía botellas de plástico tiradas, alguna todavía con agua. Por eso ahora, cuando salgo a caminar, me llevo una bolsa y voy recogiendo incluso los tapones y los echo al contenedor amarillo. Es lo que puedo hacer para cuidad el medio ambiente que me rodea.
A. F.




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