Este es un mes electoral… y el que viene también. Las elecciones al Parlamento Europeo en el mes de mayo son ya motivo de atención en varios ámbitos. Es el caso de la última asamblea de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE), a mediados de marzo, que preside el arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich. Los obispos de la Unión Europea, con la declaración «Reconstruir la comunidad en Europa», aconsejan a los ciudadanos de la UE que se comprometan con el proceso político ejercitando su derecho al voto. Será el modo de consolidar el proyecto europeo.
La reunión de la COMECE fue una ocasión para constatar los muchos retos que afronta la UE: la digitalización y su impacto en el mundo laboral, el uso de la inteligencia artificial, el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población, el calentamiento global, las migraciones… Asuntos todos que pudieron exponerle al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, invitado para la ocasión. En el diálogo, refiriéndose a la doctrina social de la Iglesia, Juncker dijo que la considera «una de las enseñanzas más nobles de la Iglesia», si bien se aplica poco y «habría que redescubrir sus valores y principios básicos».
Poner a la persona en el centro de las decisiones políticas es una prioridad, entienden los obispos. De ahí que insistan sobre la importancia de las personas que dirigen nuestra política. La UE desempeña un papel peculiar, en cuanto actor multilateral, a la hora de asumir responsabilidades por la paz y el desarrollo, sabiendo que sus decisiones también tienen consecuencias fuera de su territorio. Por eso la cita de mayo será una buena ocasión para optar por líneas políticas que favorezcan una fraternidad renovada y un relanzamiento de proyecto europeo, eligiendo candidatos que demuestren integridad, competencia, capacidad de liderar y compromiso por el bien común.