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Músicas en la antigüedad

Clara Arahuetes


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La música ha acompañado al ser humano desde tiempos ancestrales y así lo muestra la exposición Músicas en la antigüedad, organizada por la Fundación La Caixa y el Musée du Louvre. 
 
En esta ocasión se presenta la música como un lenguaje universal, que perdura a lo largo de los siglos superando conflictos y guerras y acercando culturas distintas. El objetivo de la muestra es poner de relieve el patrimonio musical de cuatro grandes civilizaciones (Oriente, Egipto, Grecia y Roma) a lo largo de más de tres mil años de historia, desde el 2900 a.C. al 395 d.C.
 
En CaixaForum vemos más de 370 piezas que muestran cómo la música deja testimonios arqueológicos muy numerosos y en gran parte desconocidos. Los investigadores se basan en los últimos hallazgos en el campo de la arqueo-musicología para recuperar sonidos que se creían perdidos. Para ello utilizan los vestigios conservados, como instrumentos musicales, fragmentos de anotaciones de música y las múltiples representaciones que han llegado hasta nuestros días, que evocan los sonidos de tres mil años de historia. A partir de todo ello se ha reconstruido el entorno sonoro de cada cultura, lo que ayuda a conocer el funcionamiento de las sociedades antiguas y su organización social, política y religiosa.
 
Estructurado en seis ámbitos («Los sonidos antiguos: ¿un mundo desaparecido para siempre?», «El sonido de los dioses», «Los sonidos del poder», «El poder de los sonidos», «Los oficios de la música» e «Instrumentos viajeros»), el recorrido de la exposición empieza en Mesopotamia, pasa por Egipto, sigue por Grecia y acaba en Roma, mostrando los aspectos específicos de cada cultura, así como las influencias, los intercambios y las hibridaciones. 
 
Se exponen instrumentos y escenas reproducidas en vasos griegos, mosaicos y monedas, tablillas mesopotámicas, estelas egipcias, cerámica griega, relieves históricos romanos y una colección de instrumentos de música que sorprenden por su estado de conservación. Se incluyen además dispositivos sonoros en los que podemos escuchar sonidos reconstruidos de estos instrumentos y el canto más antiguo del mundo que se conoce hasta la fecha. 
 
La región del Mediterráneo siempre ha sido un espacio de intercambio y de circulación entre Oriente y Occidente. Los instrumentos y los músicos también viajaban, lo que contribuyó a difundir técnicas y sonidos nuevos. 
 
En el siglo XIX nace la arqueología musical, que sitúa el origen de la música 3.000 años antes. Se publican entonces los himnos délficos y se descubren vestigios de arpas en Tebas y de trompetas en Pompeya. Como consecuencia, se recupera el espíritu de las melodías antiguas a través de la literatura, la ópera y sobre todo el cine, que contribuyó a popularizar algunos instrumentos, como el arpa que aparece en las películas dedicadas a Egipto y en los banquetes griegos, mientras que el sonido de las trompetas era símbolo de Roma. 
 
El arpa ya existía en el tercer milenio tanto en Egipto como en Oriente, mientras que en Chipre confluyeron distintas corrientes musicales y en Alejandría crearon un nuevo instrumento, el órgano hidráulico, que tuvo gran éxito durante el Imperio romano y es el antepasado lejano del órgano de Iglesia. Se han descubierto instrumentos musicales milenarios, desde Irán hasta la Galia: las trompetas de Tutankhamon en Tebas, címbalos en Susa, la lira Elagin en Atenas. En Oriente, las excavaciones en Ur entre 1930 y 1950 descubrieron unas liras excepcionales.
 
En estas sociedades lo sagrado estaba presente en cada etapa de la vida y la música servía de intermediaria entre el ser humano y los dioses. Las leyendas hablan del origen divino del sonido y de los instrumentos y cada cultura tiene su propio relato. 
 
En Mesopotamia, el dios Ea crea la figura del músico. En Egipto, Hathor es venerada como diosa de la música, la danza y la alegría; su imagen adorna el mango del sistro. Para la civilización grecorromana, Hermes fabrica la lira, Pan la siringa o flauta de pan, Atenea el aulos y Apolo es el dios de la música y la poesía.
 
Los músicos se asociaban a una divinidad o a un santuario y formaban parte del ceremonial del poder. En Oriente, el banquete real iba acompañado del sonido del arpa o de la lira. En Grecia, el espíritu competitivo también se llevó al campo de la música, por lo que se organizaban certámenes musicales como los de Delfos. También interviene en el campo de batalla y proporciona al ejército las señales para el ataque, la retirada y otros movimientos de la tropa. 
 
Todo ello aparece reflejado en la iconografía y en las escenas de conciertos que ilustran los múltiples gestos y posturas de los músicos y los instrumentos que se tocan. Según sus creencias, la música facilitaba el acceso del alma del difunto al más allá, así que la tumba se decoraba con estos temas y se les enterraba con instrumentos musicales o con figurillas de músicos.




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