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No pude quedarme de brazos cruzados

Miguela Casella (Lisboa)

Los incendios en Portugal del verano pasado, otra tragedia que motiva la solidaridad con los afectados. Testimonio de una catequista.


Cuando escuchaba las noticias sobre los incendios que estaban devastando mi país, quise encomendarle a Dios cada una de las familias que estaba sufriendo las consecuencias del desastre. Se da el caso de que una de las regiones más afectadas ha sido la de Oliveira do Hospital, donde solemos pasar las vacaciones con la familia de mi marido. Es muy numerosa y está repartida por toda la región.
 
Un día, mientras la inquietud me mantenía inmovilizada ante el televisor, oyendo las noticias y viendo las imágenes, me vino la certeza de que no podía quedarme sentada de brazos cruzados. Así que decidí ponerme a revisar los cajones para ver de qué cosas podía prescindir. 
 

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