Esta fruta se cree que es originaria de Asia occidental y ya era conocida en épocas muy remotas. Aparece citada en el Antiguo Testamento, y los antiguos griegos y romanos llegaron a cultivar unas cuarenta variedades de pera. Fueron estos últimos quienes introdujeron su cultivo en el valle del Ebro. Actualmente se cultivan miles de variedades, especialmente en China y Europa, y hay variedades de verano, como la William, seleccionada en Inglaterra a finales del siglo XVIII, o la Limonera; variedades de otoño, como la Buena Luisa, la Blanquilla o la Conferencia; y variedades de invierno, como la Pera de Roma.
La fruta en general es considerada como un alimento vitalizante y esencial para la salud. Cada estación da sus frutas y cada fruta tiene sus características. La pera tiene la particularidad de ser muy rica en pectina, una fibra con muchas propiedades beneficiosas. Esta sustancia no sólo está indicada para quien tiene problemas de estreñimiento, sino que también controla el colesterol y es capaz de fagocitar algunas bacterias. Según estudios recientes, la pectina también ejerce cierta acción antitumoral y antirradiactiva, pues parece que absorbe las radiaciones y reduce sus efectos nocivos. Las peras también contienen compuestos de propiedades antioxidantes que contrarrestan el proceso de envejecimiento.
En los años sesenta se descubrió que el consumo de alimentos elaborados propiciaba la aparición de ciertas enfermedades metabólicas y gastrointestinales. Y se llegó a la conclusión de que las fibras son muy importantes en la alimentación.
Dado que la pera, considerada diurética, contiene más potasio que sodio, su consumo está recomendado para quien debe seguir una dieta hiposódica, como en el caso de la hipertensión o la cardiopatía. Los naturistas la aconsejan a quien padece reumatismo y astenia (debilidad del organismo), y según la medicina popular es aconsejable para los artríticos y los gotosos, pues el potasio y el tanino que contiene la pera facilita la eliminación del ácido úrico.
La pera se digiere muy bien y es muy adecuada para la alimentación de los niños. Tiene una composición parecida a la de la manzana y por tanto la pueden comer los diabéticos con moderación. Se conserva bien en el frigorífico pero conviene consumirla a temperatura ambiente. En general, después de comprarlas, aún tienen que madurar, y para acelerar este proceso se suelen meter en una bolsa de papel o de plástico. En pocos días estarán listas para comer.
LÉANOS
Soy suscriptor no registrado en la web
Obtenga usuario y contraseña para acceso a la revista online.
Soy suscriptor y estoy registrado pero no puedo ver la revista digital
Activar usuario y contraseña para acceso a la revista online.
