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MEDIO AMBIENTE. ¡Shhhhh!

Pablo Alcolea

Los españoles tenemos fama de ruidosos en el resto de Europa. Parece asociado a nuestro carácter alegre y fiestero; no hay lugar a dudas. Pero puede que sea porque no le prestamos suficiente atención al ruido como algo perjudicial.


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La contaminación acústica es un problema que sufren los habitantes de cada vez más ciudades, y no es una cuestión baladí. Los vecinos cercanos a zonas de ocio nocturno, aeropuertos o calles de mucho tráfico, por ejemplo, tienden a desarrollar patologías relacionadas directamente con la intensidad del ruido: insomnio, estrés, merma de la atención, cansancio, irritabilidad…
 
Los animales tampoco están exentos de sus efectos nocivos. Un ejemplo lo podemos encontrar en el carbonero común, ave muy extendida en Europa y protagonista de un estudio realizado en Holanda, donde se ha observado una merma de su población en las zonas afectadas por el ruido. Pajaricos como el carbonero común tienen como parte de su dieta a los insectos, así que tenerlos entre nosotros resulta beneficioso.
 
Hace unos años, vi en un afamado programa de televisión cómo una maestra de Primaria le mostraba al entrevistador el funcionamiento del comedor de un colegio en Finlandia. Entre las cosas que me llamaron la atención de la escena destacó el uso de un semáforo que indicaba al alumnado usuario del servicio cuándo el nivel de ruido dentro de la sala era excesivo.
La idea me pareció muy interesante y me decidí a conseguir uno para el centro donde trabajo. Mientras tecleaba en el ordenador, casi podía adelantar la reacción de mi alumnado: apuestas en las mesas para ver quién era el primero en reventar el sonómetro con un buen aporte de decibelios.
 
La concienciación desde edades tempranas a través de la educación es el método más rápido y sencillo que nuestra sociedad posee para contribuir de manera eficiente a la regulación de los niveles de sonidos indeseados y desagradables. Yo te invito a ser abanderado del confort acústico predicando con el ejemplo el próximo 26 de abril, Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido. 
 
Puedes hacerlo con cosas sencillas: baja el volumen de la tele o radio, evita arrastrar sillas o mesas, respeta el descanso de los vecinos, muestra lo inapropiado de su comportamiento (por ruidoso) a quien lo manifieste, cuida de tus oídos (no abuses de los auriculares)… 
 
Acompaña a cada acción de tu activismo con algo de amor al prójimo: te ganarás el Cielo y un mundo más silencioso.




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