La contaminación acústica es un problema que sufren los habitantes de cada vez más ciudades, y no es una cuestión baladí. Los vecinos cercanos a zonas de ocio nocturno, aeropuertos o calles de mucho tráfico, por ejemplo, tienden a desarrollar patologías relacionadas directamente con la intensidad del ruido: insomnio, estrés, merma de la atención, cansancio, irritabilidad…
Los animales tampoco están exentos de sus efectos nocivos. Un ejemplo lo podemos encontrar en el carbonero común, ave muy extendida en Europa y protagonista de un estudio realizado en Holanda, donde se ha observado una merma de su población en las zonas afectadas por el ruido. Pajaricos como el carbonero común tienen como parte de su dieta a los insectos, así que tenerlos entre nosotros resulta beneficioso.
Leer más