logoIntroduzca su email y recibirá un mensaje de recuperación de su contraseña






                    




articulo

Espacio Miró

Clara Arahuetes

Fundación Mapfre Espacio Miró

Sala Recoletos Paseo de Recoletos, 23 Madrid


La Fundación Mapfre ha inaugurado en la Sala Recoletos de Madrid el Espacio Miró. Allí se exhiben de forma permanente 65 obras del pintor y 5 del escultor norteamericano Alexander Calder, cuyas esculturas móviles llegaron a ser, según algunos críticos, la traslación tridimensional de las formas que desarrolló Miró en sus lienzos. Las obras han sido cedidas en depósito por cinco coleccionistas.
Al dedicar este Espacio a uno de los artistas más importantes del siglo XX, la Fundación cumple con uno de sus objetivos: acercar el arte a todos y convertirse en un lugar de referencia para el estudio de la obra del artista catalán en Madrid.
Según Robert Lubar Messeri, comisario de la colección, el título Espacio Miró tiene un doble sentido. Por un lado, el espacio físico en las galerías donde se exhiben las obras, y por otro, el significado formal de la creación del artista dentro del lienzo. Además, se subrayan dos grandes ideas de Miró: la representación de la mujer pájaro o estrella, presente en su obra en los años 20, y acabar con la pintura tradicional, lo que durante muchos años definió su práctica artística. En 1927 el artista afirmó que quería «asesinar a la pintura».
 
Después de las Constelaciones (1940-1941), Miró rompió con los esquemas de la pintura e incorporó materiales como la cerámica, la obra gráfica, la arpillera, el acrílico…, al igual que hicieron algunas corrientes artísticas como el informalismo norteamericano y europeo. Un ejemplo es Jarrón (1946) o Mujer pájaro (1973), obra realizada con óleo y esmalte sintético sobre madera.
 
La colección expone las últimas décadas de su obra y también pinturas de diferentes períodos, donde se encuentran casi todos los motivos que le interesaron desde sus inicios. El pintor reflexiona sobre su propio trabajo y vuelve continuamente a los mismos temas, reinventándolos y dándoles una nueva vitalidad.
 
El recorrido en cinco secciones muestra el lenguaje personal de Miró, que profundiza en el proceso de la creación preocupado por las formas esenciales pictóricas o escultóricas, en una clara búsqueda que siempre mantuvo del verdadero significado del arte y del papel del artista en la sociedad.  
En Miró/Calder vemos la relación artística y de amistad que les unió. Se conocieron en 1928 y compartieron el interés por la eliminación de los motivos en el cuadro, así como por la abstracción, el circo o el ballet. Un ejemplo es el Retrato de Joan Miró, realizado en alambre de acero por Calder. El escultor americano desarrolló un nuevo concepto de dibujo tridimensional en el espacio, creando sus famosas esculturas móviles, mientras que las obras del pintor catalán remiten a las del artista americano, como El canto del pájaro al rocío de la luna (1955). 
 
En El signo y el gesto, tras las Constelaciones, Miró organizó las formas en la superficie del cuadro de un modo nuevo, influyendo en los expresionistas abstractos norteamericanos, y estos a su vez en Miró, como se observa en obras como Mujer española. Además, utiliza distintos materiales como la arpillera, el cartón, el acrílico o el lienzo sin bastidor, que recuerdan el ambiente del informalismo que por estos años se desarrollaba en Europa.
 
En la tercera sección, Mujeres, pájaros, estrellas, vemos los motivos principales de su obra, pero renovados. Los utiliza para estudiar su propia pintura: el negro y el trazo duro y agresivo se alterna con arabescos y formas curvas «manchadas» por las gotas que deja el acrílico sobre la tela, como en Femme (1974). A partir de los años 60, Miró comenzó a depurar los motivos de sus pinturas, como se ve en las Cabezas solitarias.
 
En Desafío a la pintura se muestra un conjunto de pinturas realizadas con materiales de desecho. Las tablillas, las resinas y los pegotes de pintura se convierten en protagonistas. Incluso raja y corta el lienzo, dejando al descubierto el soporte subyacente, invitando al espectador a mirar a través de ellos. Incluso pintaba sobre telas de artistas desconocidos, encontradas en mercados ambulantes, en las que la aplicación de sus signos caligráficos borraba el lenguaje convencional, dando como resultado una mezcla de las dos obras. En la exposición se muestran cuatro de las diez que realizó, como Personajes en un paisaje cerca del pueblo (1965).




  SÍGANOS EN LAS REDES SOCIALES
Política protección de datos
Aviso legal
Mapa de la Web
Política de cookies
@2016 Editorial Ciudad Nueva. Todos los derechos reservados
CONTACTO

DÓNDE ESTAMOS

facebook twitter instagram youtube
OTRAS REVISTAS
Ciutat Nuova