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Correspondencia




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Tráfico de personas

 
Según la Europol, unos 10.000 refugiados menores de edad han desaparecido al llegar a Europa. Algunos podrían estar con familiares, pero otros han acabado en manos de organizaciones que trafican con personas. Dado que quedan registrados al pisar suelo europeo, se sabe que al menos a la mitad de ellos se les ha perdido la pista ya en Italia, donde actúa una «infraestructura criminal paneuropea» muy bien organizada que ve en los refugiados una oportunidad de negocio.
 
No quiero ni pensar qué será de ellos, pero seguro que son objeto de explotación sexual, tráfico de órganos, esclavitud y quién sabe qué otras barbaridades. Me consuela saber que, contra esas «fuerzas del mal», actúan otras «fuerzas del bien» capaces de contrarrestar en cierta medida el ingente daño que causan las primeras, sobre todo enviando ayuda económica para socorrerlos en su lugar de origen. Me parece la mejor opción.
A. N.
 
 
 

Día de los trabajadores

 
Ya que el 1 de mayo se celebra la tradicional Fiesta del Trabajo, me animo a escribirles estas líneas, pues me da la impresión de que quizás porque hay otros asuntos que acaparan los titulares, se da cierta indiferencia ante el tema de los accidentes laborales.
 
La cosa es grave. Según datos del Ministerio de Trabajo, en 2015 murieron 608 personas en accidentes laborales, 500 en su lugar de trabajo y 108 de camino a él. Además, constan 714.930 accidentes laborales sin baja y 518.988 con baja. O sea, de media cada día se produjeron doce accidentes graves y hubo casi dos muertos. Las enfermedades laborales y el deterioro de la salud de los trabajadores cuando se ven obligados a trabajar en malas condiciones para no perder su empleo empeoran el panorama todavía más.
 
Sin embargo, nadie dice nada, como si la cosa fuese normal e inevitable. Pues a mí no me parece normal, por mucho que se le eche la culpa a la crisis y al empleo precario. Es cuestión de adquirir cierta cultura en prevención de riesgos y, desde luego, no resignarse a la fatalidad.
R. J.
 
 
 

Separados

 
Formo parte de un grupo de separados y ahora que se acaba de publicar la exhortación del papa Amoris laetitia, me gustaría compartir algunos comentarios de otros componentes del grupo tras uno de nuestros últimos encuentros: «No te imaginas lo renovada que vengo a casa». Una señora comentaba que las reflexiones que hacemos no son de «autoayuda», sino de «mutua-ayuda», porque nos ayudamos unos a otros. Y un chico que participaba por primera vez decía: «¡No os podéis imaginar cuánto me habéis ayudado esta tarde! Hace unos días creía que no podía más».
 
Si pienso que tras muchas situaciones de separación o divorcio, lo que falta es precisamente la «alegría del amor», creo que con nuestros encuentros paliamos un poco esa carencia. 
C. V.
 




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