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Refrescante pepino

José Cascos

Originario de Asia, el pepino ya se conocía en el antiguo Egipto, y también griegos y romanos apreciaban esta hortaliza.


La planta del pepino es anual y, como toda especie de la familia de las calabazas, tiene un tallo reptante, ramificado, que puede llegar hasta los diez metros de longitud. Sus flores son de un color amarillo vivo. Su corteza puede ser más o menos nudosa y su color varía del verde oscuro al blanco.

El pepino es poco calórico: solo 14 calorías por cada 100 gramos, por lo que los dietistas lo aconsejan para curas adelgazantes. Se suele comer crudo, en finas rodajas, pero también se puede hervir. Hay que comerlo entero, con piel, pues sabe mejor y además en la piel se concentran las vitaminas A y C, y las sales minerales (sobre todo potasio, pero también hierro, calcio, magnesio, etc.). Conviene comerlo con moderación, pues cuesta digerirlo debido a algunas sustancias de la piel y de las semillas. Tomado con yogur es más digerible, así como si se toma en una comida a base de cereales.

Es muy rico en agua (en torno al 97 por ciento) y por eso es muy refrescante, pues se trata de un

«agua biológica» purísima que en los meses calurosos puede compensar la pérdida de líquidos por parte del organismo. Es conocida su acción emoliente y diurética, y según algunos nutricionistas, es bueno para quien sufre de reumatismo o gota. También es apropiado para diabéticos, pues la cantidad de azúcares que contiene es irrelevante.

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