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Una escuela en los Andes

Marta Fernández

Proyecto social en la periferia del mundo.
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Quien consigue llegar hasta allá arriba, sobre esas montañas intransitables y altísimas, a menudo cubiertas de niebla, queda fascinado y sorprendido, hasta puede que desconcertado. Estamos hablando de Bolívar, una pequeña localidad de unos 2.500 habitantes en medio de los Andes peruanos, en el extremo nororiental de una región llamada La Libertad.
A este lugar llegó durante la noche hace seis años Walter Cerchiaro, un italiano actualmente residente en Lima, tras un viaje de treinta y una horas en un autobús de línea repleto de gente y sacos de arroz. A la mañana siguiente, al despertarse, se encontró ante un panorama tan espectacular que daba vértigo.

En Bolívar lo esperaba el padre Emeterio, el cual nunca habría imaginado que acabaría en aquellas montañas. Más bien creía que, después de los años de formación, lo habrían destinado a una normal tarea de ciudad. Pero no, allí estaba, en el fin del mundo.
Desde su llegada, Emeterio había visitado una a una a todas las familias de la zona, repartidas entre las treinta comunidades que hay en el territorio, y había podido darse cuenta de que muchos niños no iban a la escuela, pues estaba muy lejos y había que caminar durante horas. Además, tenían que echar una mano en los cultivos de patatas y de heno para los animales. Por otra parte, la escuela pública de Bolívar no estaba en condiciones de afrontar situaciones tan complejas, así que el padre Emeterio pensó en empezar una escuela al lado de la parroquia adaptada a los niños de estas tierras, donde también se les diera una comida caliente.
Al cabo de un año ya tenía unos ochenta alumnos, de modo que la parroquia se le quedó pequeña y tuvo que alquilar unos locales. Pero la situación era precaria y no satisfacía las necesidades. Fue entonces cuando entró en juego la asociación AMU (Acción Mundo Unido). A su sede llegó una carpeta repleta de documentos, tantos que todos se quedaron boquiabiertos y aún se acuerdan de ella. El padre solicitaba ayuda para construir una escuela en Bolívar. ¡Necesitaba cuatrocientos mil euros!

Se dio curso así a un estudio de viabilidad del proyecto, que parecía contar con todos los requisitos necesarios para llegar a buen puerto. Más adelante, el ministerio de educación peruano reconocería la importancia de esta escuela y les pondría un sueldo a los docentes. Así es que con mucha fe, y quizás con una pizca de necesaria inconsciencia, AMU se hizo cargo del proyecto.
Algunos de sus miembros viajaron a Perú para definir los detalles in situ. Allí pudieron constatar que realmente estaban en la periferia del mundo. Esas comunidades aisladas en medio de las montañas son como «el pueblo de los invisibles». En los mapas aparece un “agujero negro” en el que no hay trazado ningún camino.
Desde las cumbres el panorama es fantástico, pero allí resulta más evidente la diferencia entre los que tienen acceso a los recursos y quienes no lo tienen. Ascendiendo a lomos de burro por unos caminos que se asoman al precipicio, vas encontrando gente que día a día sobreviven sin tiempo para detenerse. ¿Quién va a ocuparse de que los niños vayan a la escuela? Solo que, si no se interviene, su futuro no será más que eso: cultivar un trocito de tierra y ocuparse de los animales.

La escuela empezó a construirse a primeros de mayo de 2014. Constará de once aulas con capacidad para unos 220 niños y adolescentes que podrán completar allí la enseñanza secundaria. Se quiere prestar especial atención a la formación continua del personal docente, ya que dar clases en este contexto requiere una profesionalidad y un espíritu de sacrificio fuera de lo común.
La Conferencia Episcopal Italiana ha decidido financiar parte del proyecto, pero el objetivo aún queda un poco lejos. AMU cuenta con el apoyo de grupos y particulares que simpatizan con la iniciativa. Estas personas son conscientes de estar participando en algo importante, de ahí su decisión de aportar. Gracias a la colaboración de mucha gente altruista, el objetivo no es inalcanzable.


Puede enviar su ayuda a través de:
Fundación Igino Giordani (info@fundaciongiordani.org):
Caixabank – 2100 5615 79 0200056937
Indicar en el concepto: Escuela en los Andes
Donaciones deducibles en la declaración de la renta o de sociedades.
Solicite el correspondiente certificado al correo electrónico indicado.


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