A lo largo del curso pasado la Palabra de vida nos ha invitado a vivir el amor recíproco. Compartimos aquí las vivencias de los lectores.
«Ocupada con tantas cosas (trabajo, casa, familia, compromisos…), sin darme cuenta iba acumulando un cansancio que afectaba sobre todo a la relación con las personas de mi entorno. Una respuesta un poco brusca y el nerviosismo por querer tener una cosa a punto me hicieron reflexionar, ya que sin proponérmelo, pues no corresponde a mi carácter, esa persona me tuvo que soportar. Quise decirle “lo siento”, pero enseguida las cosas del momento volvían a dejarlo todo como antes, dando más importancia a lo que había que hacer que a las personas.
»De esta situación me sacó la Palabra de vida “A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo”. El comentario describía las características de ese amor con una infinidad de matices: concreto, paciente, confiado, generoso. Conforme lo leía, sentía que me interpelaba. Comencé a hacer las cosas con otro talante: olvidar mi cansancio, dejar la pereza a un lado, preparar comidas nuevas, estar más disponible, sobre todo para mis nietos, que son los que más atención reclaman. En resumen, hacer las cosas con más amor. Al final de la jornada el cansancio seguía, pero me sentía mentalmente relajada, con paz y feliz».
C. R.