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Alejandro, jugón!

Esperanza Sánchez Contreras

Esperanza Sánchez Contreras nos relata la historia de un sueño cumplido.
Alejandro comenzó a jugar al baloncesto a los diez años de edad en la cantera del DKV Jerez de baloncesto. Hasta aquí todo parece más o menos normal. La diferencia es que Alex jugaba con niños tres años menores que él. ¿Y por qué? Alejandro tiene síndrome de Down y para él es más fácil jugar con chavales de habilidades similares. Él entrenaba, se esforzaba y se concentraba como sus compañeros. Pero a la hora del partido, nunca era convocado, porque la administración mira únicamente la fecha de nacimiento de los jugadores y él era mayor que el resto. Mis tíos, que son los mejores luchadores del mundo, no se rindieron ni a la primera, ni a la segunda ni a la decimosexta. ¡Alejandro tenía que jugar! Y al final, respaldados con 50.000 firmas, consiguieron que la Federación Andaluza de Baloncesto adaptara la normativa para que Alejandro tuviese la oportunidad de jugar los partidos oficiales de la liga junto a sus compañeros. El paso que dieron ha sido un antes y un después, no sólo para Alex sino también para todos aquellos con capacidades diferentes que quieran hacer deporte de forma normalizada. Gracias a un artículo de la presentadora de televisión y periodista Ana Pastor en el que hablaba de este gran logro y defendía el esfuerzo que habían hecho Alejandro, su familia y las asociaciones que les apoyaban, Sergio Rodríguez, el «chacho», le retó por Twitter a un duelo: «Alejandro, jugón! Te atreves a jugar un uno contra uno? Te espero en el Palacio!». Y así se cumplió su sueño. Vino a la capital y pasamos la noche viendo al Real Madrid en el Palacio de los Deportes a pie de pista. Aquello ya era más de lo que habíamos soñado, pero lo más conmovedor llegó cuando se encontró con Sergio en los pasillos del aparcamiento. No sé cómo describir la ilusión que había en su cara, la sonrisa cuando se abrazaron. El día siguiente se cumplió el reto: Sergio y Alejandro hicieron un uno contra uno en los campos donde entrena el club y, para ser sinceros, mi primo se defendió con mucha casta. Un sueño cumplido de esa forma tan sencilla. Tiempo después he pensado precisamente en eso. Lo gratificante que sería colaborar en cumplir el sueño de otras personas. Cómo en ese dar se ven consumadas todas las promesas de felicidad que hayamos podido recibir a lo largo de todas nuestras vidas. Desde luego, como decía Bertolt Brecht, los hombres imprescindibles son los que luchan toda la vida. Pero no son más imprescindibles que los que les animan a que alcancen sus sueños.



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