logoIntroduzca su email y recibirá un mensaje de recuperación de su contraseña






                    




articulo

Arte y maravilla

Clara Arahuetes

Palacio Real Madrid Hasta el 12 de enero
Hace 450 años, en 1563, se colocó la primera piedra del Monasterio de El Escorial. Para celebrarlo, Patrimonio Nacional ha organizado la exposición De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial. Es una buena excusa para, además de ver la muestra en el Palacio Real de Madrid, acercarnos al monasterio y contemplar los tesoros artísticos de la fundación del rey Felipe II. El Monasterio de El Escorial no sólo es el lugar donde reposan los restos del monarca y su familia, sino que además expresa su poder político y religioso. El rey pensó en él como un lugar donde refugiarse en un momento convulso para Europa con el surgir del protestantismo y la Contrarreforma católica. Se reunían en su interior, a la manera de una nueva Arca de Noé, reliquias de santos, ornamentos sagrados y pinturas realizadas por los mejores artistas del Renacimiento, como Tiziano, El Bosco, Patinir, El Greco o Navarrete el Mudo. El objetivo de la exposición es conocer más a fondo los fundamentos culturales e ideológicos de El Escorial, iniciado en 1563 y terminado en 1584. Para ello se estudia el edificio como una manifestación del concepto renacentista de «cámara de maravillas», ya que en su momento El Escorial fue considerado como la octava maravilla del mundo. También está presente en él la idea de la época de «sabiduría divina»: todo el edificio fue visto entonces como la plasmación de este pensamiento y a la vez se consideraba a Felipe II como un nuevo Salomón, a la manera del rey bíblico, prudente y sabio por excelencia. Por último, la construcción es un auténtico archivo sacro que expresaba la idea que tenía el monarca español de la Contrarreforma católica. La muestra se divide en varias secciones. La primera está dedicada a la arquitectura del monasterio y a sus arquitectos: Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. Fue proyectado con formas geométricas sencillas como el cubo, la esfera y la pirámide, que aluden a la perfección y sabiduría divinas. El Escorial era una nueva «ciudad de Dios», tal como proponía San Agustín. Una de las obsesiones del rey eran los libros históricos genealógicos que aludieran al prestigio de los Austrias. Se expone el más espectacular de los conservados: un árbol genealógico de cerca de 300 metros de longitud, en pergamino con imágenes miniadas, que representa la Casa de Austria desde sus orígenes míticos con Noé y Hércules hasta Carlos V. El padre Sigüenza llamaba «Anatomías sagradas» a la colección de reliquias de santos que Felipe II llegó a reunir y que alcanzó las 7.000 piezas. Los relicarios de cabeza son los más abundantes de la colección, muchos de ellos atribuidos a Juan de Arfe, de finales del siglo XVI. La importancia de las ceremonias y liturgias solemnes se refleja en los libros de canto y de música. Se muestran sólo dos de los más de 200 cantorales escritos y miniados: el Liber Missarum de Felipe II, de extraordinaria calidad artística, así como la obra maestra del taller escurialense, los tres ejemplares del Passionarium. Otro de los apartados está dedicado a la piedad privada del rey, a quien le gustaba rodearse de obras de pequeño formato, tanto pinturas flamencas e italianas como libros suntuosamente miniados. Uno de los atractivos de la exposición es contemplar las obras de los pintores favoritos del rey, como Tiziano, Tintoretto, Veronés, El Bosco, Patinir, etc. Tiziano conoció a Felipe II en Milán en 1548. Desde entonces y hasta su muerte, el artista trabajó para el rey de España. Sus obras adornaron El Pardo, el Alcázar de Madrid y El Escorial. En el Martirio de San Lorenzo, la composición diagonal hace que las figuras se contrapongan de forma dinámica, resaltando el naturalismo y la realidad de la escena. Entierro de Cristo, Cristo camino del calvario, La Crucifixión y el Tributo de la moneda son otras de las obras maestras del artista que se pueden admirar en esta exposición. La colección escurialense no se entendería sin la aportación de la pintura flamenca, que hizo de El Escorial en el siglo XVI un lugar de referencia de esta escuela en toda Europa. Las obras de El Bosco, Patinir o Michel Coxcie tienen una importancia similar a las italianas. Obras como Cristo camino del calvario de El Bosco o la serie de tapices de la Historia de Noé o Paisaje con San Cristobal y el Niño de Patinir son ejemplo del gusto de Felipe II por la pintura del Norte. El monarca reunió la mayor parte de las obras maestras de Patinir, un artista considerado el creador del paisaje en la pintura del renacimiento del norte de Europa. En cuanto a El Bosco, el rey había admirado sus obras en sus viajes a Flandes y adquirió pinturas tan importantes como El Jardín de las Delicias y Cristo coronado de espinas. A finales del siglo XVI El Escorial era un museo de fama internacional, que se equiparaba a los centros culturales más importantes de Europa, como el Vaticano, la Florencia de los Medicis o la Viena imperial. Clara Arahuetes clara.arahuetes@telefonica.net



  SÍGANOS EN LAS REDES SOCIALES
Política protección de datos
Aviso legal
Mapa de la Web
Política de cookies
@2016 Editorial Ciudad Nueva. Todos los derechos reservados
CONTACTO

DÓNDE ESTAMOS

facebook twitter instagram youtube
OTRAS REVISTAS
Ciutat Nuova