¿Hay algún método sencillo para combatir un estado depresivo ligero sin necesidad de fármacos ni psicólogos?
P. V.
Sólo un experto en higiene mental puede establecer el nivel de gravedad de un estado depresivo, de modo que nunca está de más someterse al criterio de un especialista antes de afrontar un problema psicológico.
Ahora bien, supongamos que estamos ante un caso de tristeza moderada o de mal humor, cosa que a todos nos ocurre alguna vez en la vida. Si es así, ciertamente podemos recurrir a sencillos métodos mentales que, en lugar de reactivar el cerebro como lo hacen los antidepresivos, nos entrenan para poder afrontar los pensamientos y los sentimientos negativos.
Hay un famoso personaje literario que ilustra muy bien este proceso: Robinson Crusoe. El hombre se sintió deprimido, en una isla desierta, sin compañía y sin esperanzas de ser rescatado. Pero ninguna situación puede ser tan desalentadora ni tan carente de perspectivas de futuro, pensó Robinson, como para desesperarse; y entonces cogió papel y lápiz que había recuperado del barco náufrago e hizo el resumen de su situación. A un lado, bajo el epígrafe “malo”, puso todo lo negativo; y al otro, debajo de “bueno”, todo lo positivo. Y luego comparó ambas listas. El resultado es la prueba indiscutible de que no hay en el mundo condiciones tan desgraciadas que no presenten elementos positivos de los que estar agradecidos. Y esa capacidad de encontrar elementos positivos en su miserable condición fue lo que le salvó la vida. Porque si hubiese cedido al desánimo, bien pronto habría muerto en su aislamiento, y no habría encontrado a su compañero “Viernes”, ni al final lo habría rescatado un barco inglés.
¿Se engañó Robinson a sí mismo imaginándose su situación en términos positivos? No, ya que ambos lados, el “malo” y el “bueno”, eran verdaderos. La cuestión es en cuál ponerse, y es mejor ver las cosas con optimismo. Optar por el vaso medio lleno en lugar de medio vacío es uno de los métodos más eficaces para combatir la depresión. La diferencia entre un pesimista y un optimista está en cómo se viven dos palabrejas: posibilidad y dificultad. El pesimista sólo ve dificultades ante cualquier posibilidad, mientras que el optimista sólo ve posibilidades ante cualquier dificultad.