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Poner fin al expolio / Resultados del dado



Poner fin al expolio / Resultados del dado
Poner fin al expolio Leo en un comunicado sobre la Semana Europea de Reducción de Residuos, celebrada del 19 al 25 de noviembre pasados, que ¡¡¡España tira a la basura más de 15 millones de toneladas de recursos naturales al año!!! Es decir, eliminamos 15 millones de toneladas de residuos al año con lo que ello implica en cuanto a contaminar el entorno en que se vierten y emitir gases de efecto invernadero cuando son incinerados. Pero el problema es aún más grave. La extracción de los recursos naturales necesarios para producir esos 15 millones de toneladas de residuos que van a parar a vertederos e incineradoras tiene consecuencia igualmente graves, como son el acaparar tierras, los problemas de salud en las comunidades de las zonas de extracción, o explotación laboral y social, entre otras. Son hechos generalizados y en muchos casos asumidos como algo inevitable. Por eso es necesario que nos replanteemos nuestro modelo de consumo. Por ejemplo, se necesitan 10 litros de agua para embotellar 1 litro. Consecuencia: en España se desperdician 1.080 litros de agua por persona al año por este motivo. Otro ejemplo: en España se emplean 12 millones de barriles de petróleo al año para producir bolsas de plástico, lo que genera 27.846 toneladas de dióxido de carbono, uno de los gases que más contribuyen al cambio climático… Es evidente que hay que poner fin al sobreconsumo y al expolio de recursos naturales. La responsabilidad atañe a todos los sectores de la sociedad con diferente intensidad. Las empresas deben asumir su parte y reducir su consumo de recursos naturales y asegurar la calidad de vida en las zonas de extracción. Las administraciones públicas deben conocer y limitar el consumo de recursos naturales y las condiciones de extracción, también en las importaciones. Y los ciudadanos de a pie, además de exigir que se tomen medidas adecuadas, podemos y debemos practicar todas las “erres”: Reduce, Reutiliza, Repara, Recicla. R. O. Resultados del dado El artículo sobre el «dado del amor» que apareció en el número 500 de Ciudad Nueva, el de septiembre de este año, me pareció precioso, sobretodo porque ofrece el secreto que puede cambiar el mundo, del que ya empiezan a verse los resultados. Os cuento mi experiencia a este respecto en mis colegios (digo “mis” porque doy clase en cuatro, casi uno por día laborable; en tres de ellos llevo trabajando nueve años). Cuando se empieza, no es fácil. Los niños en general no son malos, pero tienen otro concepto de la vida, de la justicia, en resumen, de las relaciones entre ellos. Lo “normal” es ser amigo de quien te cae bien, de quien te hace un favor, de tu familia..., por eso ante la propuesta del «dado del amor» se sorprenden. Mi propuesta para ellos consiste en tirar el dado cada vez que tenemos clase –una vez a la semana–, tratar de poner en práctica el punto que nos toca y contarnos la vez siguiente los actos de amor que hemos hecho durante la semana. En los primeros años es fácil que se distraigan y no acierten a contar experiencias concretas sobre ese punto, pero poco a poco llegan a dar lo mejor que tienen. A mis alumnos, el punto que más les ha costado entender es «amar al enemigo», pero ahora es fácil que cuenten experiencias precisamente sobre eso, sobre todo en la manera de resolver los conflictos. Por ejemplo: «Un niño me pegó y le dije: “La guerra no sirve para nada; vamos a jugar, y nos lo pasamos muy bien”». En otra clase se pusieron de acuerdo para hacer actos de amor a una señora del pueblo que siempre les reñía porque le molestaba el ruido que hacían en la plaza: «La vi con la bolsa de la compra y fui a saludarla y la ayudé a llevar la bolsa hasta su casa». Ahora la señora les sonríe y les saluda; han empezado a tener una relación distinta... Los mas pequeños cuentan cosas de este tipo: «me comí toda la comida», «cuando vine al colegio no lloré», «jugué con mi prima a lo que le gustaba a ella», «nos peleamos y luego hicimos las paces y somos otra vez amigos». Pero lo más interesante es ver cómo influyen también en toda la familia. Todos quieren llevar el dado a casa e involucran a los demás miembros, empiezan a introducirse normas nuevas, cada uno vive por los demás cediendo en sus gustos para hacer lo que al otro le gusta... Para muchos de mis alumnos, «hacerse uno» con los demás se ha convertido en una realidad. Si ven a alguien triste, solo, se acercan y le invitan a jugar... Aman a todos, sin que nadie quede fuera, sin esperar a que los demás hagan algo primero; empiezan ellos... Sí, las cosas no son fáciles y siempre hay que volver a empezar, pero estoy convencido de que si transmitimos estos valores en la educación, damos la clave a la próxima generación para encontrarle el sentido a la vida, y su sitio en la sociedad. Es verdad que a estos alumnos difícilmente los volveré a ver cuando salgan del colegio, pero siento que trabajo por hacer un mundo más unido, y lo que hago es sólo una pequeñísima parte de todo lo positivo que se hace en el mundo. Tengo mucha esperanza de que las cosas vayan cada vez mejor, en una progresión geométrica. A veces parece que las cosas van para atrás, pero no es verdad. Las cosas van adelante y cada vez más el mundo tiende a la unidad. V. C.



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