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Elecciones anticipadas



Con motivo de las elecciones autonómicas del 21 de octubre en Galicia y País Vasco, publicamos sendas colaboraciones recibidas en nuestra redacción.
A un gran número de gallegos y gallegas no nos ha sorprendido el anuncio del adelanto de las elecciones a la presidencia de la Xunta de Galicia por el actual mandatario, Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular. La profunda crisis económica y financiera, los duros recortes del gobierno central y el adelanto de las elecciones en el País Vasco parecen haber propiciado esta decisión. El actual gobierno gallego intentará obtener una nueva mayoría absoluta con el fin de no encontrar obstáculos a la implantación de nuevos ajustes, a los que no hará mención durante la campaña electoral, según declara el Partido Socialista. Por su parte, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) critica duramente la gestión del actual presidente reprochándole que las medidas adoptadas no han servido para resolver el problema del paro ni evitar recortes en ámbitos tan fundamentales como la sanidad o la educación. El Sr. Núñez Feijóo utilizará en su campaña argumentos como la estabilidad política y la no subida de impuestos, entre otras promesas electorales, lo que hace pensar en una cierta intención de desvincularse de las directrices trazadas desde el gobierno central. Al anterior gobierno bipartito (PSdeG y BNG), que rompía con la hegemonía del PP, se le reprochó en su momento la falta de entendimiento, como si se tratara de dos gobiernos que «se encontraban de vez en cuando», si bien tuvieron dificultades en la ejecución de algunos proyectos al coincidirles el comienzo de la crisis. El próximo 21 de octubre sería deseable para un alto porcentaje de votantes un gobierno multicolor que recoja las reivindicaciones de la diversidad de la ciudadanía gallega. Por esta razón, pedimos que los partidos nacionales (PP, PSOE...) presenten en sus programas un proyecto acorde con nuestra idiosincrasia para gobernar Galicia, y no para un partido. Por otro lado, a los partidos nacionalistas, que trabajen para concentrar el voto de izquierdas y que en sus futuribles coaliciones cumplan y respeten sus programas electorales. Unas ciudadanas viguesas Hace tres años y medio que se celebraron elecciones en Euskadi y el PNV ganó sin obtener una mayoría suficiente para gobernar, cosa que sí sucedía con la suma del Partido Socialista (PSE) y del Partido Popular (PP). Esa mayoría, denominada constitucionalista, se propuso (entre otros objetivos) desbancar al nacionalismo democrático (el otro, el radical, ya estaba fuera de la ley) de la gobernabilidad de Euskadi y, con el apoyo del PP, el PSE formó gobierno en solitario. Esta andadura comienza a tener problemas cuando, a raíz del cese de la lucha armada por parte de ETA y la apuesta de la izquierda abertzale por las vías políticas (más por necesidad que por convicción), en las elecciones municipales de 2011, la izquierda abertzale puede presentarse con una marca electoral legal (Bildu) y obtiene unos resultados espectaculares e históricos. A partir de ese momento comienzan a oírse voces pidiendo adelanto electoral al considerar que el actual Parlamento Vasco no representa a toda la sociedad vasca. Aumentan los problemas cuando el presidente J. L. Rodríguez Zapatero se ve obligado a adelantar las elecciones generales con la consiguiente mayoría aplastante del PP. Cuando el Sr. Rajoy comienza a tomar medidas para hacer frente a la crisis, el Gobierno Vasco las critica y el PP de Euskadi, que por lógica apoya dichas medidas, empieza a poner en duda su apoyo al gobierno, distanciamiento que termina con la ruptura quedando el PSE en total minoría. Ante esta situación –una crisis de dimensiones desconocidas hasta la fecha y con futuro incierto, una izquierda abertzale legalizada bajo las marcas electorales Bildu y Amaiur, un PSE sin posibilidad real de poder aprobar los presupuestos–, el lehendakari se ha visto obligado a adelantar las elecciones autonómicas. Elecciones que se van a celebrar por primera vez sin la presencia de la actividad armada y con la presencia de la izquierda abertzale, que se verá obligada a iniciar su andadura en democracia y forzada a entrar en un proceso de reparación de todo el daño que ha provocado durante tantos años, hecho que contribuirá a llevar a esta sociedad vasca por el camino de la normalización política que tanto necesita. Mikel Arregi, exconcejal de Andoain (PNV)



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