EDUCACIÓN: Volver a alfabetizarnos
Jesús García«El futuro de la ética, de la moral, de los valores, está íntimamente ligado a valorar al "otro" como parte intrínseca de mis valores» Jesús García.
Perdonen la inmodestia de citarme a mí mismo en la entradilla de este artículo. Lo hago para refrescar la memoria, enlazando con el final de mi última columna, en febrero, cuando les proponía «inventar» recursos y hacer experiencias para luego comunicarlas.
Me he puesto a trabajar sobre posibles experiencias en mi propia vida como padre y profesional (predicar con el ejemplo) y desde ambas perspectivas no me han faltado estímulos y posibilidades. De todas formas, y por razones que sería prolijo explicar, el azar me ha puesto de relieve el vasto mundo de las redes sociales y los hijos. No en vano desde hace años me vienen reclamando acciones formativas en este terreno y observo que, no siempre, padres y madres somos conscientes de la complejidad del asunto.
De hecho, para las familias ya supone un considerable esfuerzo controlar la conexión de los hijos a las redes sociales cuando lo hacen a través del ordenador, pero la dificultad aumenta cuando poseen un teléfono móvil de última generación, pues sus posibilidades de acceso sin supervisión se multiplican exponencialmente.
Como es habitual, vamos por partes. Ciudad Nueva ya ha dedicado espacio al tema, pero conviene dar alguna pincelada. Simplificando excesivamente, las redes sociales son «estructuras sociales compuestas de grupos de personas, las cuales están conectadas por uno o varios tipos de relaciones, tales como amistad, parentesco, intereses comunes, o que comparten conocimientos». Hasta aquí todo perfecto. Ahora bien, las redes sociales informáticas son un «espacio» tan abierto, tan plural y, sobre todo, pulula tanta gente sin escrúpulos en ellas, que deben dispararse todas nuestras alarmas. Añadamos (repito, con los límites del exceso de simplificación) que, por la propia estructura del medio, cualquier contenido puede colarse.
