La Palabra de vida, que publicamos mensualmente en estas páginas, tiene como objeto impregnar la vida cotidiana de aquellos que la ponen en práctica con la sabiduría recogida en las Escrituras. El comentario de Chiara Lubich ayuda a asimilar esa Palabra y traducirla en vida. He aquí algunos ejemplos que nos envían los lectores.
La Palabra de vida del mes de mayo, «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu inteligencia», pude vivirla gracias a la ayuda de mi marido. Todo tuvo relación con la reforma de la casa donde vivimos. Se trata de un edificio de cuatro plantas con dos viviendas en cada una. Al ser un edificio antiguo había que rehabilitarlo, fachadas y tejado. En el proceso, surgieron incidentes que intentamos superar poniendo en cada momento el Amor en primer lugar.
Los contadores de la luz estaban en el exterior, lo que provocaba averías cuando llovía. En una ocasión, la vecina del tercero, que vive sola, se quedó sin luz un sábado y vino a casa a pedir ayuda. Mi marido llamó a un amigo electricista y arreglaron la avería, con dificultades y riesgo. Ese día teníamos otros planes, pero vivimos el momento presente resolviendo el problema de la vecina. En otra ocasión, la vecina del primer piso nos llamó a las once de la noche. Acababa de llegar de viaje y no tenía luz. Fui a su casa con una linterna, la tranquilicé, la ayudé a acostarse y le dije que al día siguiente ya lo solucionaríamos. A la mañana siguiente, más problemas: los cuatro vecinos de la derecha no tenían luz. Uno tras otro llamaban a nuestra puerta para dejarnos sus llaves, ya que salían a trabajar o a hacer cosas. Mi marido llamó al administrador. Los del seguro no aparecían. Era mediodía y los vecinos, que tienen cocinas eléctricas, no podían hacer la comida. Así que nos ofrecimos para atender sus necesidades. Incluso una vecina me trajo sus bolsas de comida congelada para evitar que se estropease… Fue un ir y venir de unos y otros a nuestra casa.